Un cuento sobre el misterioso Relámpago del Catatumbo
Capítulo III: El Faro de los Navegantes
Por: Sami1540
El abuelo José, con su piel curtida por el sol, dejó los remos a un lado. La canoa se mecía suavemente en el agua oscura del lago. Luis, lo miraba con los ojos bien abiertos, listo para otra de las increíbles historias del Catatumbo.
—Hace muchísimos años —empezó el
abuelo, con su voz grave y tranquila—, cuando no existía la luz eléctrica ni los aparatos que guían a los barcos, los marineros le tenían miedo
terrible a la noche en el mar. ¡Era tan oscuro y peligroso! Pero, cuando
llegaban a este lugar, todo cambiaba.
—¿Y entonces, abuelo? —preguntó
Luis, casi sin respirar.
El abuelo sonrió. —Entonces, el
cielo se encendía. ¡No un rayo, ni diez, sino miles y miles de relámpagos! Era
como si el cielo les dijera: “¡Por aquí, amigos! ¡Bienvenidos al Catatumbo, su
faro natural!”
Luis soltó una exclamación de asombro. —¡Qué genial! ¡Un faro de relámpagos!
—Tan genial —continuó el abuelo— que hasta un pirata inglés muy astuto, quiso usarlo a su favor. Dicen que él planeó atacar Maracaibo por sorpresa, de noche, para robar todos sus tesoros. Pensó que la oscuridad lo ayudaría. Pero cuando llegó, ¡sorpresa! El cielo estaba tan iluminado por el Relámpago del Catatumbo que sus barcos se veían clarito, ¡como si fuera de día!
Luis se rió a carcajadas. —¡La naturaleza lo delató! ¡El Relámpago del Catatumbo es un héroe!
—Así es —dijo el abuelo—. El pirata Intentó esperar a que pararan… Pero el Relámpago del Catatumbo
nunca se detiene. ¡Ni por reyes, ni por piratas, ni por nadie! Al final, el
pirata tuvo que irse con las manos vacías, sin ningún tesoro.
—¡Porque la naturaleza es más
fuerte! —exclamó Luis, levantando su pequeño puño al aire, lleno de orgullo.
El abuelo José asintió, mirando el cielo con mucho respeto. —Estos relámpagos no solo iluminan el lago, Luis. También iluminan nuestra historia. Han sido una guía para los navegantes, una advertencia para los que querían hacer daño y un protector de nuestra tierra.
Y
ahora… —dijo, volviéndose hacia Luis con una mirada misteriosa—… también son un
gran misterio que la ciencia quiere entender.
—¿Y vendrán científicos a
estudiarlos, abuelo? —preguntó Luis, con los ojos brillantes de curiosidad.
—Ya han venido —respondió el
abuelo—. De países muy lejanos, incluso algunos que estudian el espacio. Pero,
¿sabes? Nadie sabe todo su secreto… todavía.
Luis miró el horizonte, justo
cuando otro rayo cruzaba el cielo, pintando una línea de luz. Pensó por un
momento, y luego dijo lentamente:
—Entonces… quizás yo pueda ayudar a descubrirlo. ¡El Relámpago del Catatumbo nos espera!
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El Relámpago del Catatumbo tiene más historias que contar…
¿Te atreves a descubrirlas con Luis?
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