martes, 19 de agosto de 2025

Dr. Humberto Fernandez Moran. Aportes Clave y Era de Innovación.

Desvelando lo Invisible

    La visión de Humberto Fernández Morán no solo se limitó a la academia; fue un constructor, un diseñador de herramientas que permiten el acceso a mundos antes inaccesibles para el ojo humano. Entre todas sus obras, las más icónica y de impacto universal es la invención de la cuchilla de diamante.

        En 1953, mientras trabajaba en el Instituto Karolinska de Estocolmo y el Departamento de Biofísica de la UCV, Fernández Morán dio a conocer su revolucionaria "cuchilla de diamante para seccionado ultrafino". Esta herramienta, un prodigio de la ingeniería y la precisión, permite realizar cortes congelados en secciones ultrafinas de tejidos, tanto biológicos como metálicos, una capacidad sin precedentes para su época. Antes de su invención, la observación detallada a través del microscopio electrónico de transmisión era limitada por la incapacidad de obtener muestras lo suficientemente delgadas. En consecuencia su cuchilla no solo resolvió este problema, sino que revolucionó la microscopía electrónica, abriendo nuevas fronteras para la investigación en biología molecular, neurociencia y nanotecnología. En 1955, su invento fue patentado, y su diseño fue tan fundamental que generó regalías comerciales a través de empresas como Light de Alemania, abriendo ventanas al cosmos de lo microscópico.

        Es necesario aclarar una distinción que a menudo en el contexto de nuestro país y en el desconocimiento de los aportes científicos de Fernández Moran a la ciencia, el ciudadano común  confunde al Dr. Fernández Morán como el inventor del bisturí, de diamante quirúrgico, mientras que su aporte no fue dentro del área de la salud, sino en la ultramicrotomía, de acuerdo con afirmaciones hechas por el mismo: su contribución fue la cuchilla de diamante utilizada en el ultramicrótomo, la cual permite obtener cortes finos de muestras. Cabe indicar quie ciertamente esta cuchilla fua la base para el bisturí quirúrgico, en el cual se baso la idea, el cual fue un desarrollo posterior de la empresa  DuPont.



        Sin embargo, la invención de la mencionada cuchilla fue tan trascendente, que le valió el prestigioso Premio y Medalla John Scott en Filadelfia el 14 de julio de 1967, un galardón otorgado a invenciones que contribuyen al bienestar, comodidad y felicidad de la humanidad. Siendo el único latinoamericano en recibir este honor hasta la presente fecha.

        Pero su genio no se detuvo allí. El Dr. Fernández Morán fue un pionero en las técnicas de crioultramicrotomía, introduciendo el concepto de congelar las muestras para preservar su estado hidratado y estructura molecular, un paso vital para observar tejidos en su estado más natural. Además, diseñó un ultramicrótomo de cabeza rotatoria de avance térmico para mayor estabilidad y calidad de corte, y desarrolló el crio-ultramicrótomo.

        Como si lo anterior fuese poco la microscopía electrónica se consolidó con el diseño, en 1966, del primer criomicroscopio electrónico con lentes semiconductores, capaces de mantener estable la corriente de la lente en helio líquido y lograr alta resolución en muestras sensibles, al permitir mayor tiempo de exposición a los haces de electrones. Sumado a esto, inventó el crio-portamuestras congeladas, así consolido su legado en este campo.

      El compromiso de Fernández Morán con la ciencia no se limitó a sus inventos personales; fue un visionario que comprendió la necesidad de establecer infraestructuras científicas de vanguardia, ejemplo de ello es Venezuela, donde en 1954, fundó el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), que más tarde se convertiría en el actual Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Su visión era clara: crear un centro de excelencia, dotado de tecnología de punta y un enfoque interdisciplinario.

        Un testimonio de su ambición y su capacidad para materializar proyectos monumentales fue la construcción del Reactor Nuclear RV-1 en el IVNIC, el primero de su estilo en América Latina, y el único en Venezuela, destinado a impulsar estudios sobre radiofármacos y radioterapia. Este hito no solo marcó un antes y un después para la investigación en el país, posicionándolo en la vanguardia regional de la energía nuclear para fines pacíficos. En 1957, el IVNIC fue anfitrión de un simposio internacional, "Estructura y Función de las Células Nerviosas", que congregó a lo más granado de la neurobiología mundial, incluyendo a tres Premios Nobel, elevando el prestigio del instituto a alturas insospechadas.

        Su paso por la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio) en el prestigioso programa Apolo, es otro de los logros y aportes que se deben resaltar de este personaje, fue investigador principal en el análisis físico-químico de rocas lunares, su cuchilla de diamante fue la herramienta esencial para estudiar las preciadas muestras traídas de las misiones Apolo 11, 12, 14 y 15. Los resultados de la investigación contribuyeron a teorías sobre los procesos climáticos y geológicos de la Luna. Así que Venezuela no solo contaba con un gran inventor sino además con uno de los científicos que estuvo en contacto directo con los materiales provenientes de la luna.

        Todo lo anterior es una parte más de las hazañas de un investigador comprometido, pero como buen científico, también fue parte de la educación y creación de nuevos colegas que más adelante también harían lo propio dentro de diferentes ramas de la ciencia y la tecnología. Por lo cual en su incansable acceso al conocimiento fue profesor en la Universidad de Harvard, trabajó en el Hospital General de Massachusetts y creó los laboratorios de microscopía electrónica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En la Universidad de Chicago, se desempeñó como docente e investigador, donde perfeccionó el microscopio electrónico de alta resolución. Su capacidad para la invención también se reflejó en la descripción de las partículas mitocondriales, conocidas hoy como partículas de Fernández Morán.

       Un punto de constante debate y, en cierto modo, de orgullo nacional, es la supuesta nominación de Fernández Morán al Premio Nobel. Múltiples fuentes afirman que fue nominado en varias oportunidades pero que lo rechazó al no querer renunciar a su nacionalidad venezolana para adoptar la estadounidense, un requisito que se le imponía para la postulación por parte de la NASA. Sin embargo, otras fuentes, citando archivos suecos, desmienten el requisito de la nacionalidad, aunque confirman su candidatura en 1968 y su aspiración al galardón. Esta controversia subraya la complejidad de su figura, una personalidad que, a pesar de su inmensa contribución global, seguía profundamente arraigada a su identidad venezolana.

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