Por:
Sami1540
Este
es un cuento de inspiración propia, nacido de la necesidad de que nuestros
niños y niñas en esta época actual conozcan la importancia no solo cultural
sino científica de nuestro país y sus bellezas naturales, pero en especial del estado
Zulia.
Al
levantarme en las mañanas y ver a mi hija interesada solo en la Internet y el
entretenimiento que está le ofrece, he vivido como madre la preocupación de que
nuestros hijos e hijas estén más conectados al mundo digital, mundo virtual,
metaverso o como le queramos llamar, que, a las experiencias naturales de la
vida, como el juego al aire libre, las adivinanzas, colorear o lo más simple
pero importante la lectura.
Cada día
nuestros niños y adolescentes, se sientan durante horas a ver en la pantalla de
sus teléfonos un sinfín de contenidos los cuales en la mayoría de los casos no
les aportan nada, sino que además les destruyen la vista y les dejan malas prácticas,
malas enseñanzas o en su defecto procrastinación.
Si juntásemos
todas las horas diarias que los individuos le dedican a observar videos nada
productivos de seguro que seria posible juntar los años de vida de varios
cientos o varios miles de personas.
Pero si
en lugar de desperdiciar el tiempo en cosas que no les dejan nada de aprendizaje
o de beneficio, nuestros niños y niñas, jóvenes y adolescentes e incluso los
propios adultos dedicaran unos pocos minutos de esos que les sobran a leer algo
de utilidad, algo que le enseñe cultura popular o porque no información científica.
Pensando en eso dedique algo de mi tiempo para arrancar una serie de cuentos de
interés nacional y ahora que los venezolanos estamos regados por el mundo de interés
internacional, porque todos queremos que los mas chicos conozcan sus raíces, ya
que en esta tierra hay de todo y para todos y que además es un paraíso diverso
que ya quisieran las potencias del mundo tener la cuarta parte de lo que se
tiene en Venezuela.
Irónicamente
en un mundo tan conectado y en el que se emplea la escritura y la lectura para
comunicarse con la IA, nuestros niños ya no quieren poner en práctica el hábito
de leer, sino que solo quieren ver videos, escuchar música o bailar reguetón.
De manera paralela a este consumo de pantalla más adelante habrá que ideárselas
para tener acceso a un buen libro o lectura de calidad, pero, aunque tú hijo no
quiera leerlo, por favor léeselo tú, que no se pierda esa magia tan
enriquecedora, y acogedora de que los padres compartan con sus hijos un poco de
tiempo de calidad.
Por ello,
les dejo este cuento (y quién sabe cuántos más), dividido en secciones para que así no se cansen de leer. Espero que les permita ayudar a la generación
de relevo a conocer algo más que el reguetón o el anime.
Sin
más a que referirme abro está etapa de cuentos inspirados en la naturaleza para
el mundo. Disfrútalo y comparte tus opiniones y síguenos.
El
Secreto del Relámpago Mágico
Un
cuento sobre el misterioso Relámpago del Catatumbo
Capítulo 1: El Pueblo
de los Relámpagos Eternos
En las
orillas del gran Lago de Maracaibo, donde el viento canta entre los juncos y el
agua brilla bajo la luna, existe un pueblo especial al que propios y extraños admiran con curiosidad: Catatumbo .En este pequeño, pero hermoso pueblo, desde
hace siglos y quién sabe si, desde el principio de los tiempos, cada noche, sin importar la estación, el cielo sobre el lago se
enciende con miles de destellos dorados y plateados. ¡Zas! ¡Crac! Los
relámpagos bailan sin parar, como si el cielo estuviera celebrando una fiesta
infinita.
Allí, habitaba un niño llamado Luis, de ocho años, ojos grandes y mente creativa y mas grande aun.
Una
noche, mientras corría descalzo por la orilla, señaló al horizonte con
entusiasmo.
—¡Mira,
abuelo! ¡Otra vez los relámpagos!
Sentado
en su silla de nimbre, el abuelo José , viejo pescador de manos curtidas y mirada
sabia, conocido como uno de los mas sabios del pueblo, sonrió al ver el cielo iluminarse.
—Sí,
mijo —dijo el abuelo, con voz tranquila—. Es el Relámpago del Catatumbo, el más famoso
del mundo. Ten presente que eso que observas no es magia… ¡es ciencia! Pero también es un regalo hermoso y útil de la
naturaleza.
Ante esta exposición, Luis
arrugó la nariz, pensativo.
y se dijo a si mismo —¿Cómo
puede ser ciencia… y magia… al mismo tiempo?
El
abuelo quien escucho su comentario, rio suavemente, como si conociera un secreto muy antiguo.
—Ven
—le dijo, extendiendo la mano—. Sube a la canoa. Te mostraré algo más que luces
en el cielo. Te contaré el secreto del relámpago mágico.
Y así,
bajo un cielo que nunca dormía, comenzó una aventura que Luis nunca olvidaría.
Capítulo
2: La Danza de las Nubes y el Viento
Mientras
la canoa avanzaba despacio sobre el agua oscura, que brillaba cada vez que un
rayo cruzaba el cielo. Luis se sentó frente al abuelo, remojando los pies
mientras el viejo pescador remaba con calma.—¿Sabes
por qué aquí hay tantos relámpagos? —preguntó el abuelo, señalando las nubes
altas que giraban como torbellinos.
Luis
hizo un movimiento de negación con la cabeza.
—Es
por una danza invisible —dijo el abuelo—. Una danza entre el viento, las
montañas y el lago caliente.
Señaló
hacia el sur, donde se alzaban las montañas de la Sierra de Perijá.
—Por
las tardes, cuando el sol calienta el lago. El aire húmedo que se produce sube,
sube y sube… hasta chocar con el viento frío que baja de las montañas. ¡Y
entonces… bum! Se forman nubes gigantes, como castillos de algodón mojado.
—¡Como
una olla gigante! —exclamó Luis, recordando cómo su mamá cocinaba sancocho.
—¡Eso
mismo! —rió el abuelo—. Y dentro de esas nubes, las gotas de agua chocan unas
con otras, chispean, se cargan de electricidad… hasta que ¡ZAS! Sale un
relámpago.
—¿Y
eso pasa solo aquí, en nuestro lago? —preguntó Luis, asombrado.
—¡Aquí
más que en cualquier otro lugar del planeta! —dijo el abuelo, orgulloso—. Ocurre
en dos o tres lugares más, algo parecido, pero no tan seguido, ni con tanta
intensidad de descargas eléctricas como en esta región del planeta. Cada año, según
cuentan los científicos y hasta la NASA, caen aquí más de un millón de
relámpagos. Ni en África, ni en Asia, donde también existen fenómenos parecidos…
¡aquí, en nuestro hogar!
Luis
miró al cielo, imaginando a las nubes como dragones eléctricos escupiendo fuego
desde las alturas y su cara reflejo el asombro digno de un niño que explora y
aprende cosas nuevas.
—Entonces…
¿nuestro lago es especial?
—Muy
especial —asintió el abuelo—. Tal vez el más especial en el mundo. Y su luz… no
es solo un espectáculo. Es un faro. Un faro que según lo que mi padre y mi
abuelo contaban ha guiado a viajeros durante siglos y ha salvado a Maracaibo en
ocasiones de ciertos personajes nada buenos que han querido visitarle.
—¿Un
faro? —repitió Luis—. ¿Como los de los barcos?
—Mucho
antes de que existieran esos faros… —empezó el abuelo, bajando la voz—… hubo
piratas, navegantes y exploradores que se perdían en la oscuridad. Hasta que
descubrieron esta luz eterna.
continuara, en la próxima publicación...